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jueves, 28 de noviembre de 2019

* El Ciberacoso - ciberbullying - resumen

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Ciberacoso
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Delimitación del problema.

1.- ¿Qué es lo que voy a investigar?
R.- Del ciberbullying  de los niños.

2.- ¿Con quién lo voy a trabajar?
R.- Con niños

3.-¿De qué edad voy a trabajar?
R.- Con los de 9 a 11 años

4.- ¿Lugar donde voy a trabajar?
R.- San Juan Ixhuatepec “San Juanico”

5.- Definición e importancia del tema
R.- Como poder dejar de hacer el ciberbullying y prevenir a los niños y decirles como comunicarse con los demás.



Justificación del ciberbullying en los niños; una cuartilla.

La justificación de un proyecto se realiza cuando respondes las siguientes preguntas.

1.- ¿Qué es mi proyecto? .- 
R.- Es sobre el ciberbullying en los niños?

2.- ¿Por qué es importante el ciberbullying en los niños?
R.- Porque les ayuda a comprender, lo que les puede pasar, o lo que pueden ocasionar si lo hacen y los hace reflexionar

3.- También debes mencionar la importancia de sus características.

4.-  porque se eligió el contexto,  porque yo visualizo.

R.- Porque se  me hizo de mi agrado y para  poder ayudar a los niños y como dejar de hacerlo y llevarlo bien todos.

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Las Tecnologías de la Información y la Comunicación, además de configurarse como herramientas de gran utilidad para el aprendizaje y el ocio de los menores, se han convertido en mecanismos sin los cuales cualquier adolescente o joven se sentiría fuera de onda, con sus posibilidades de relación con los demás muy limitadas. Hoy en día, si no están en las redes sociales, no cuentan, sencillamente, no existen. Su vida claramente ha adquirido una dimensión más, la virtual, al alcance de un simple clic.
Sin duda, la irrupción de este nuevo tipo de relación aporta muchas ventajas y posibilidades a nuestros jóvenes pero abre también caminos un tanto inciertos, que pueden conducir a situaciones difícilmente controlables. Ahora, cualquier cosa que se haga en la red es pública y la posibilidad que tiene de extenderse es casi ilimitada, como ilimitada es la red de contactos que cada adolescente puede tener en su ordenador. Por eso, y porque no todo es inocuo y acechan también muchos riesgos, es necesario que ellos sepan claramente qué es lo que pueden y lo que no pueden hacer; que conozcan cuáles de sus comportamientos cotidianos son inadecuados, incluso ilegales, y cuáles son las consecuencias de los mismos.
Entre las acciones que proliferan cada vez más en la red está el ciberbullying o ciberacoso, entendido éste como la consecución de comportamientos agresivos e insultantes contra una persona a través de tecnologías interactivas, básicamente Internet y la telefonía móvil. Se consideran ciberacoso los insultos, las amenazas, el envío reiterado de correos a alguien que no desea recibirlos, las humillaciones, el spam, la distribución de fotos trucadas, la suplantación de la identidad… Frente a este tipo de comportamiento, aún no están claramente definidos los protocolos de actuación y hasta qué punto deben involucrarse, por ejemplo, los centros educativos. Si bien el acoso escolar ya está claramente definido porque suele producirse dentro de los límites del propio centro, el acoso a través de medios interactivos puede parecer más difuso en tanto que se perpetra en muchas ocasiones fuera del espacio físico del centro escolar. Sin embargo, éste tiene la obligación clara de actuar.


justificación

Es necesaria una herramienta que de ayuda a los profesores y al resto de la comunidad educativa para que sepan cómo actuar frente a casos de ciberacoso entre alumnos. Cómo relacionarse con las familias, con los propios implicados, con otras instancias ajenas al centro a las que eventualmente podrían derivarse determinados casos, etc.
En este trabajo se ofrece información sobre el fenómeno en sí, la tipificación jurídica de determinados comportamientos en la red, la forma de actuar frente a situaciones concretas, la necesidad de prevenir y los protocolos de intervención. Además, ofrece unidades didácticas a desarrollar en el aula para trabajar con los alumnos este problema y actividades también para realizar con los padres. Por último, se ofrecen referencias normativas que ayuden a reflexionar sobre un asunto que está resultado cada vez más visible y preocupante.


Objetivo general

Esperamos que esta publicación sea útil a unos y a otros ( profesores, padres, alumnos), que ayude a que herramientas tan interesantes como las nuevas tecnologías no acaben transformándose en armas que utilizar, en este caso, contra compañeros o conocidos. Atajar desde la prevención y desde el conocimiento. Este es nuestro objetivo y esperamos ayudar a conseguirlo.








Introducción
La investigación sobre el fenómeno del ciberbullying (en adelante ciberacoso) no se detiene. La UNICEF viene alertando del incremento y diversificación de las acciones que, bajo la denominación de ciberacoso, definen comportamientos agresivos practicados a través de muy diferentes dispositivos tecnológicos. El escenario del insulto, la vejación o las amenazas, por citar algunas de las manifestaciones más señaladas y frecuentes, ha traspasado hace ya unos años la línea del espacio físico, del contacto directo, de los espacios analógicos, tangibles, verificables con la mirada y el tacto. El ciberacoso, junto con el grooming o acoso sexual en los senderos virtuales y el acceso a contenidos inapropiados es, según Christine Kormann, Directora del Área de Sociedad de la Información de la Comisión Europea, el mayor problema evidenciado en la actualidad entre el conjunto de comportamientos detestables o de riesgo de los adolescentes en los contextos electrónicos.
Los últimos estudios aportan datos preocupantes. El Estudio sobre hábitos de seguridad en el uso de las TIC por niños y adolescentes y e-confianza de sus padres, del Observatorio de la Seguridad de la información de INTECO (Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación, unidad Europa), elaborado a partir de encuestas a menores entre 10 y 16 años y a sus padres o tutores, muestra como un 5,9% de los chicos afirma haber sido víctima de ciberacoso, mientras que un 2,9% afirma haber actuado como acosador. Mensajería instantánea, chats, mensajes de móvil, correo electrónico y redes sociales se convierten en nuevos espacios para la burla, las exclusiones y, en no pocas ocasiones, la vulneración de principios básicos relacionados con el honor, la intimidad y la propia imagen. Al final, en todo caso, el dolor.
El Ciberacoso es un fenómeno que preocupa por la relativa novedad que supone en el comportamiento de nuestros adolescentes, con las consiguientes dudas que pueden generar su abordaje y tratamiento. Entendemos por ciberacoso el acoso de una persona a otra por medio de tecnologías interactivas. Se trata de un tipo de comportamiento especialmente preocupante.

“El acoso por Internet tiene lugar cuando una persona, de forma intencionada y repetida, ejerce su poder o presión sobre otra con ayuda de medios electrónicos y de forma maliciosa, con comportamiento agresivos, tales como insultar, molestar, el abuso verbal, las amenazas, humillaciones etc ”
Otra interesante definición describe el ciberacoso como “una agresión psicológica, sostenida y repetida en el tiempo, perpetrada por uno o varios individuos contra otros, utilizando para ello las nuevas tecnologías ”.
El ciberacoso puede consistir en algo tan simple como seguir enviando correos a una persona que ha manifestado al emisor que no quiere recibir más correos. Otras formas de ciberacoso más comunes son las amenazas, el envío de malware, las humillaciones frente a otros en la red, el spam, la distribución de fotos trucadas, la creación de websites difamatorias para acosar a una persona, la suplantación de identidad…
El ciberacoso desarrolla una vida propia, un escenario de manifestaciones peculiares
y exclusivas cuyas claves están descifrándose día a día: características singulares
de los acosadores, recorrido, impacto, difusión y duración de la acción, repercusiones en las víctimas...
Con la herramienta virtual “desaparece la barrera de la mirada del otro”. La sensación de impunidad se hace hueco con fuerza. El desarrollo del fenómeno a través de comunicaciones virtuales permite que el acoso en la red pueda llevarse a efecto de una forma más sistemática y estable y, en ocasiones, incluso anónima.
Las consecuencias pueden perpetuarse en el tiempo de forma profunda. Por eso, entre otras consideraciones, es imprescindible actuar cuanto antes, detener la situación que pueda estar produciéndose, evitar el punto más cercano a las terminaciones nerviosas del sufrimiento. 

Algunas particularidades del fenómeno
El ciberacoso es un fenómeno de gran actualidad. Las noticias al respecto de situaciones relacionadas con esta forma de agresión a las personas son cada vez más frecuentes en los medios de comunicación. Sin perjuicio de las acciones ejecutadas por algunos adultos (a las que no vamos a referirnos), cuando hablamos de menores de edad, se trata de hechos que suelen desarrollarse en los espacios de privacidad que suponen las habitaciones (que no simplemente dormitorios) de niños y adolescentes (más de estos segundos que de los primeros).
Éstos, los adolescentes, están creciendo, madurando. Capturan la realidad que se configura ante sus ojos y la adaptan a sus necesidades, inquietudes e intereses. Y no siempre existe la posibilidad, por parte de los adultos, de gestionar adecuadamente la supervisión de este proceso de inmersión en la realidad y en la vida. Los adolescentes suelen ser obstinados e insistentes. En los espacios desplegados en torno a las nuevas tecnologías han entrado como saben y pueden. Como les dicta normalmente su reloj interior. A veces como elefante en cacharrería.
El ciberacoso supone acosar en el contexto digital. O aprovecharse de él para hacerlo diferente, expansivo y, muy frecuentemente, más virulento incluso. Pero no todo comportamiento irregular y poco deseable (usando TIC) que tenga que ver con las complejas relaciones entre iguales debe ser considerado como ciberacoso sin más. Algunas de las características 5 expresadas a continuación pretenden aportar luz a este difícil proceso de categorización.
Para hablar en sentido estricto de ciberacoso debemos asegurarnos de que la agresión sea repetida y no un hecho puntual. Por ejemplo, el envío aislado de mensajes desagradables, aunque se trata de una acción reprochable, no debería ser considerado como un caso de ciberacoso. La acción debe dilatarse en el tiempo.
Puede evidenciarse cierta jerarquía de poder (incluida una mayor competencia tecnológica) o prestigio social del acosador o acosadores respecto de su víctima, si bien esta característica no se da en todos los casos.
La intención de causar daño de modo explícito no está siempre presente en los inicios de la acción agresora. No obstante, el daño causado a un tercero utilizando dispositivos digitales multiplica de manera notable los riesgos a los que se expone aquel en muy poco tiempo. El impacto y recorrido de este tipo de acciones (sean claramente intencionadas o derivadas de una broma sin aparente deseo de causar perjuicio) es difícil de medir y cuantificar. La penetración dañina de este tipo de actos en el mundo virtual puede ser profunda.
El medio para agredir es de naturaleza tecnológica. Los medios a través de los cuales se produce el ciberacoso son muy diversos, si bien incorporan los dispositivos tecnológicos de mayor uso por parte de adolescentes y jóvenes en la actualidad: mensajería instantánea, perfiles de redes sociales, teléfonos móviles (sms, envío de fotografías o vídeos), juegos online a través de videoconsola o en Internet, páginas personales, chats en Internet, etc.
Es habitual el contacto previo entre víctima y agresor en los espacios físicos.
Es frecuente que los episodios de ciberacoso puedan estar ligados a situaciones de acoso en la vida real y de acoso escolar. Comportamientos de exclusión y aislamiento en los espacios físicos son los más habituales como previos y, en ocasiones, añadidos, a las experiencias en contextos virtuales. Sin embargo, cada vez se producen más conductas claramente aisladas en el entorno de las tecnologías, sin paralelo alguno en el entorno físico.
El ciberacoso como fenómeno no incorpora acciones de naturaleza sexual. De ser así, hablaríamos de grooming, entendido como estrategia de acoso sexual.
Las conductas de ciberacoso más habituales son:
1) Remitir correos electrónicos o mensajes desagradables o amenazantes.
2) etiquetar fotos o asociar comentarios indeseables a las mismas, exponiendo a la persona implicada a una posible escalada de observaciones, expresiones y comentarios de terceros.
3) publicar postings (Acción de enviar un mensaje de correo electrónico a una comunidad virtual, newsgroup, lista de correo o foro de discusión), fotos o videos desagradables en un perfil, una página Web o en una sala de Chat.
4) suplantar la identidad a la hora de expresar manifestaciones desagradables, en un foro de mensajes, en una sala de Chat, etc.
CARACTERÍSTICAS DEL CIBERACOSO
Agresión repetida y duradera en el tiempo
Suele existir contacto o relación previa en el mundo físico
Intención de causar daño: no siempre se da en los primeros estadios del proceso
Puede estar ligado o no a situaciones de acoso en la vida real
Usar medios TIC: sms, e-mail, teléfonos móviles, redes sociales, blogs, foros, salas de chats…
A continuación, vamos a detallar el encuadre conceptual y jurídico de algunas de las conductas  más frecuentemente desarrolladas por los menores de edad en las TIC. El análisis de los dispositivos y aplicaciones tecnológicas utilizados no deben hacer que perdamos la perspectiva de la acción en sí, que es la causante del daño; sí resulta relevante, no obstante, atender a las posibilidades de recorrido, amplificación, difusión y, por tanto, impacto que la tecnología habilita por su propia naturaleza.
Amenazas: se trata de comportamientos que consisten en advertir a otra persona que se causará un mal o daño grave, a ella o a alguien de su entorno.
La coacción es una amenaza que persigue, con violencia, impedir que una persona haga algo lícito, o bien obligarle a hacer algo que no quiere, sea o no lícito.
El chantaje es una amenaza con condición, esto es, en la que se exige algo a cambio para que no se cumpla.
Calumnias e injurias: forman parte de los llamados delitos contra el honor de las personas porque afectan a su propia estima y al concepto que de ellos tienen los demás en la sociedad. Las calumnias consisten en asegurar que alguien ha actuado al margen de la ley a sabiendas de que nunca ha cometido ningún delito. Las injurias son acciones o expresiones (humillaciones, insultos, ofensas, etc., de carácter grave) que lesionan la dignidad de la persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estima.
Delitos contra la intimidad: la intimidad es lo que cada cual considera parte de su esfera personal, aquello que quiere mantener lejos del conocimiento de terceros o que quiere que conozcan solo determinadas personas. Invadir sin permiso este ámbito singular de cada uno implica una lesión grave de un derecho fundamental de las personas. Una webcam en la habitación, un blog con nuestro día a día, una conversación en un Chat o foro o nuestro perfil o muro en cualquier red social, suponen nuevas formas de exponer nuestra intimidad a otros. Sin embargo, aunque la información esté abierta al público, es necesario saber que no puede ser utilizada por quien quiera y como quiera. A continuación se detallan algunos elementos indispensables para la comprensión del fenómeno en este ámbito:
El uso de datos personales está especialmente protegido por la Constitución de la mayoría de los países de manera que no pueden ser utilizados sin el consentimiento informado de su titular y para unos fines concretos.
La imagen como dato personal: su uso precisa consentimiento de su titular.
Menores y otros sujetos incapaces especialmente protegidos: la Ley es notablemente sensible con la utilización de la imagen cuando se trata de menores y personas consideradas incapaces de obrar jurídicamente.
Secreto de las comunicaciones: la ley establece sanciones significativas para quien “para descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento se apodere de sus papeles, cartas, mensajes de correo electrónico o cualesquiera otros documentos o efectos personales o intercepte sus telecomunicaciones, o utilice artificios técnicos de escucha, transmisión, grabación o reproducción del sonido o de la imagen o de cualquier otra señal de comunicación”.
Actos contra la libertad sexual: este tipo de actos son duramente castigados por nuestro ordenamiento jurídico. En el caso de Internet, los delitos se cometen habitualmente en forma de acoso aunque también es posible que se dé exhibicionismo y provocación sexual.
Especialmente relevante es, asimismo, el apartado de menores y pornografía; utilizar a menores de 13 años, mostrar escenas de un carácter especialmente degradante o vejatorio, representar a niños o a discapacitados sufriendo violencia física o sexual está especialmente sancionado.
El acoso sexual (conocido en la red como grooming) consiste en un tipo de acoso “ejercido por un adulto y se refiere a las acciones realizadas deliberadamente para establecer una relación y un control emocional sobre un niño o niña con el fin de preparar el terreno para el abuso sexual del menor. Son situaciones de acoso con un contenido sexual explícito o implícito”.
Atendiendo a diferentes situaciones: algunos escenarios
¿Debemos actuar en una situación de posible vulneración de derechos de un menor de edad cuando tenemos conocimiento de ello? La respuesta es concluyente. Es nuestra obligación. Las referencias a la intervención del centro educativo cuando las personas implicadas son alumnos del propio centro y los hechos se producen en los contornos físicos del mismo y en horario lectivo son muy claras. Pero surgen dudas en relación a los hechos que, aún siendo susceptibles de ser considerados como claramente cuestionables y reprochables, se producen fuera de los límites de espacio y tiempo del centro escolar.
Importante es, asimismo, recalcar la responsabilidad, inherente a la función docente, de valorar y, en su caso, poner en conocimiento de quien corresponda, hechos presuntamente atentatorios contra los derechos de los menores de edad. En todos los casos es aconsejable abrir un proceso de análisis y valoración de la información con que contamos de manera que las actuaciones desarrolladas se ajusten a criterio y proporcionalidad.
El riesgo de que el tratamiento del ciberacoso pueda ser considerado cosa de otros es grande. La experiencia nos muestra que esta interpretación se da en los centros educativos. Son tantas las tareas encomendadas a las instituciones escolares que, ante esta reciente forma de agresión entre iguales, la derivación de acciones de respuesta hacia otros espacios (entre otros el familiar, por supuesto) es un argumento no poco frecuente en los centros educativos cuando se tiene conocimiento de que algo puede estar pasando entre algunos alumnos. Y esta manera de enfocar el asunto puede llegar a entenderse. Sin embargo, es necesario avanzar. Sin perjuicio de la responsabilidad de control inherente a la función educadora de los padres, los centros educativos deben incorporar (muchos ya lo están haciendo de manera ejemplar) mecanismos de respuesta adecuados y eficaces a los nuevos comportamientos de acoso detectados, siempre que afecten a sus alumnos. Atrás quedan ya, afortunadamente, las primeras respuestas, tibias, aplicadas al fenómeno tradicional del acoso escolar. Tuvieron que conocerse (y vivirse) situaciones al límite y de profundo dolor para que acabasen determinándose, de manera definitiva y eficaz, las responsabilidades de los centros educativos y el profesorado y, claro está, las intervenciones imprescindibles en materia preventiva y correctora a desplegar. Los resultados no se hicieron esperar. Y han sido excelentes en todas sus dimensiones de desarrollo.
ATENDIENDO A DIFERENTES SITUACIONES: ALGUNOS ESCENARIOS
Hoy en día, el ciberacoso provoca un debate abierto sobre la pertinencia de una intervención por parte los docentes y de la comunidad educativa en su conjunto. ¿Ha de actuarse desde los equipos de profesores? ¿Cuál es el papel de los tutores docentes en este fenómeno de magnitud y aristas crecientes? Veamos algunos de los posibles escenarios en que el profesorado conoce, de uno u otro modo, situaciones de ciberacoso, normalmente por denuncia expresa de la víctima o de sus familiares.
1. La víctima es un profesor. Si bien las propuestas de actuación que se presentan a continuación se refieren de modo singular al ciberacoso entre iguales, no pueden obviarse las situaciones en que el supuesto afecta a un profesor. Las actuaciones que pudieran derivarse de tal circunstancia quedan recogidas en los puntos siguientes; no obstante, entendemos que han de contemplarse desde una perspectiva específica. 
Resulta imprescindible la Evaluación  pormenorizada de los hechos, valorar su alcance y estimar, en su caso, las actuaciones subsiguientes a desarrollar. En todo caso, éstas han de contemplar la solicitud de entrevista con los padres del alumno o alumnos implicados; poner en conocimiento de los mismos los hechos que se conocen, las pruebas con las que se cuenta y apelar, desde el principio, a una actuación razonable, consensuada y marcada especialmente por su naturaleza educativa.
Las posibles actuaciones en materia disciplinaria  están previstas ante situaciones en que la integridad del profesorado puede verse comprometida en espacios físicos del centro. La Ley de Autoridad del Profesor (que todo centro educativo debe tener bien definida) habilita en situaciones que, aunque llevadas a cabo fuera del recinto escolar, estén motivadas o directamente relacionadas con la vida escolar y afecten a algún miembro de la comunidad educativa. Entendemos que la respuesta ponderada, razonable, equilibrada y facilitadora de mecanismos de reparación y conciliación, es especialmente acertada en este tipo de experiencias. No son infrecuentes comportamientos aislados de adolescentes, inadecuados e inaceptables desde cualquier consideración, que obedecen más a una sobreactuación puntual que puede ser reparada con la colaboración y buena disposición de todas las partes, con especial relevancia de los padres del menor o menores implicados.
2. Los alumnos implicados de manera directa, posibles víctimas y acosadores, están escolarizados en nuestro centro. La situación no puede ser más clara. Hay que actuar desde nuestro marco de convivencia y con las herramientas de que se ha dotado el centro para atender situaciones de conflicto. La presente propuesta pretende abrir una vía de reflexión-acción en el ámbito del ciberacoso.
3. Está involucrado en nuestro centro solo uno de los posibles implicados: víctima o acosador. La actuación por parte del centro se entiende asimismo imprescindible, con la salvaguarda de que la intervención con el alumno (o alumnos) no escolarizado requerirá trasladar la información con que se cuenta al contexto que se entienda pertinente; puede ser otro centro escolar o, en su caso y dependiendo de la gravedad de lo conocido y con el asesoramiento necesario, instancias ajenas al mundo educativo (Agencias de Protección de Datos, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Agentes Tutores de Policías Locales, Defensor del Menor)
4. Se pone en nuestro conocimiento una situación que no afecta a alumnos escolarizados en el centro en la actualidad. Es imprescindible valorar los datos de que disponemos y su alcance y gravedad. Parece aconsejable solicitar previamente el asesoramiento de instituciones u organizaciones especializadas en ciberacoso (especialmente pertinente es la actuación de los Agentes Tutores de las Policías Locales, en su caso), y decidir, si así se considerase, la puesta en conocimiento de agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que disponen de unidades de delitos informáticos o del Ministerio Público.
5. Otra derivada del fenómeno es la del posible anonimato en la acción ejercida hacia alumnos escolarizados en el centro. Se hace referencia a una situación en que se conoce el acto por la denuncia de los hechos por quien los ha sufrido directamente, o por sus padres, pero se desconoce la autoría. En este tipo de supuesto, parece imprescindible abordar la situación, siempre dependiendo de su gravedad, generando las medidas de apoyo al alumno víctima y, en su caso, poniendo en conocimiento de las autoridades competentes la circunstancia acaecida a los efectos que puedan considerarse oportunos, entre otros, la averiguación de los presuntos responsables.



Bibliografia
http://www.faroshsjd.net/adjuntos/372.1-guia_ciberbullying_grooming.pdf


Conclusiones

Niños, adolescentes y jóvenes son la generación del ocio digital. Se incorporan a sus claves y herramientas con facilidad y presteza, resueltamente, sin miedos ni reticencias. Y los adultos, en general, presenciamos semejante despliegue un tanto sorprendidos –tal vez al principio- pero, sobre todo, un tanto indefensos ante las dificultades para conocer y controlar los posibles usos inadecuados de unas herramientas de interacción, de actividad lúdica y comunicación que, en no pocas ocasiones, sentimos que nos sobrepasan. Sin embargo, esta inquietud ante lo desconocido es relativamente reciente.
El acceso de niños y adolescentes a lo que en la actualidad se conoce como entorno digital se ha ido produciendo sin pausa y a un ritmo elevado. El manejo de los dispositivos tecnológicos es claramente dominado por los pequeños y medianos de cada casa, incapaces de sentir miedo o aversión por los cables, los mandos o los terminales y decodificadores; pero, asimismo, la cultura de los videojuegos y el acceso a Internet se ha ido desarrollando sin solución de continuidad según se han ido desplegando las novedades y alternativas puestas en marcha por compañías o empresas de telefonía, proveedores de contenidos de Internet o, entre otros, por emporios de la comunicación y televisión.
La irrupción de la telefonía de tercera generación ha supuesto un nuevo escenario a considerar en su justa medida. Aparatos con última tecnología que catalizan prácticamente todos los dispositivos y aplicaciones conocidos y utilizados hasta la fecha. Y, por supuesto, los nuevos formatos de comunicación, la interacción estable y permanente a través de las redes sociales, auténticas autopistas de información y comunicación provistas de todas las aplicaciones para dotar a eso, a la comunicación, de un contexto integral repleto de opciones y procedimientos para la exposición de uno mismo. Adolescentes y jóvenes parecen saberlo todo. Pero hay qué preguntarse, ¿es esto así?, ¿realmente, niños y adolescentes lo saben todo?.
Buenas prácticas con las TIC
Por alfabetización digital debemos entender la compleja tarea de completar el ciclo, esto es, de adquirir adecuados hábitos de uso, de comprender ventajas e inconvenientes, de aprender a vivir en un entorno, el denominado virtual, cada vez más cercano a la realidad, a lo que alimenta nuestras ideas, nuestro mundo, nuestro conocimiento de las cosas, nuestra interpretación de lo que nos toca vivir, de lo que les toca vivir a otros.
El concepto de alfabetización digital no debe ser entendido como la mera capacidad o habilidad para manejarse y comunicarse a través del espacio y el tiempo en los contextos virtuales.
Debemos hablar siempre, asimismo, de procesos adecuados de interpretación, de lectura crítica, de reflexión sobre lo que se hace y por qué se hace, de lo que vemos y por qué lo vemos, de los contenidos a los que accedemos y su valor real.
Ciudadanía digital responsable, reflexión y conciencia sobre lo que significa la intimidad, la nuestra y la de los demás. Reflexión sobre dónde estamos y qué queremos. Esta es una labor, también, de los adultos. En la ESO, los contenidos a los que hacemos referencia se incluyen de alguna forma en el currículum de Ética y Educación para la Ciudadanía; podría plantearse su incorporación, también, en el currículum de la asignatura de Tecnología.
Tenemos que acompañar a nuestros alumnos en esta tarea. Puede que no sepan desarrollarla solos. Sí, parecen mostrar excelentes capacidades para ejecutar programas, utilizar aplicaciones, llegar al fin del mundo si es preciso. Pero la vida, incluida la digital, la virtual, la de la nube, hemos de contribuir que la interpreten con criterio y responsabilidad. Hemos de hacerlo los adultos.
El término alfabetización digital no debe entenderse como un fenómeno exclusivamente ligado al proceso de inmersión en las TIC de los denominados inmigrantes digitales, es decir, de los adultos que acceden a estos escenarios de comunicación, información y relación por necesidad sobrevenida, como un nuevo aprendizaje casi exigido por el mundo cambiante que les va tocando vivir.
Hacemos referencia a un término que ha de incorporarse plenamente al deber ser del currículum y los procesos por los que han de desarrollar nuestros niños y jóvenes. De especial interés es el texto editado por Graó (2010), “Ordenadores en las aulas: la clave es la metodología”. Barba, C., Capella, S. (coords.).
Prevenir los malos usos: trabajar con los alumnos
La prevención de los malos usos y de los abusos empieza por abordar la tarea con los más pequeños. Es frecuente escuchar en los centros de educación infantil y primaria que no suele aparecer este tipo de problemas. El ciberacoso es cosa de adolescentes, suele argumentarse. Pero esto no es exactamente así.
La alfabetización digital, incluida la prevención de riesgos de mal uso, debe empezar pronto, en la educación infantil, por supuesto, pero de modo singular en la educación primaria. Es en este contexto donde más oportunidades podemos encontrar para sembrar buenas prácticas, para dimensionar adecuadamente los riesgos de determinadas acciones.
La experiencia nos dice que cuando se trata de educar han de asumirse riesgos. Hemos de trabajar con los alumnos, hablar con ellos, informarles, formarles, sensibilizarles.
Niños y, sobre todo, adolescentes van a asumir riesgos en la red. Ya casi no los asumen en juegos o actividades al aire libre (o menos de lo que sería deseable). Pero no tenemos que ser muy pesimistas. Más bien al contrario.
LA NECESIDAD DE PREVENIR: LA IMPRESCINDIBLE ALFABETIZACIÓN DIGITAL Y LAS BUENAS PRÁCTICAS DESDE LA EDUCACIÓN PRIMARIA
Lo que ahora vemos como negativo debe disminuir y va a disminuir. La información, la formación y la sensibilización tienen que contribuir notablemente a ello. El escenario que ahora presenciamos puede ser fruto, también, de la irrupción explosiva del fenómeno, sin cortapisas ni controles, gestión de nadie. Solo del propio usuario. Los riesgos de ahora, asumidos con información suficiente, devendrán en conductas acertadas en el futuro.
Los expertos en educación y TIC nos hablan de promover las tres R:
a. Restringir el acceso dependiendo de la edad del niño.
b. Reducir la posibilidad de lo inseguro (también depende de la industria del ramo).
c. Incrementar la Resistencia de los niños (autogestión efectiva y segura).
La importancia de formar en cascada: si algo hemos ido aprendiendo en relación al tratamiento y la gestión de los conflictos entre iguales en los centros educativos es que ellos los propios chicos son los que mejor contribuyen a la resolución de los problemas cuando han sido formados para ello.
La experiencia de formar a adolescentes para que ayuden a los más pequeños. Las posibilidades de penetración que tienen las ideas cuando son plasmadas y abordadas por chicos como ellos, pero con más edad y más experiencia (sobre todo en cómo afrontar los riesgos y salir de situaciones embarazosas, o no meterse en ellas), son inagotables. Superiores desde todos los puntos de vista a los resultados de las acciones que llevan a efecto los adultos. El modelo, ya experimentado en numerosos centros educativos, de la creación de equipos de alumnos ayudantes para la colaboración en la prevención, gestión y resolución de conflictos entre iguales es perfectamente válido para el desarrollo de esta iniciativa.

Entrevista con Juan Mauricio Zamora Delgado, ex alumno de la  Preparatoria Oficial N 67 en Cuautitlán Izcalli
Uno de cada seis niños sufre ciberbullying, según encuestas españolas. Los casos de adolescentes que se quitan la vida tras haber sufrido un pertinaz acoso en las redes sociales son más comunes de lo que se cree. Hay personas que se hacen pasar por otras, utilizan su perfil para insultarlas y crear rumores falsos o un ambiente en su contra. O cuelgan una foto de alguien y hacen comentarios hirientes. Juan Mauricio, en su tiempo sufrió de este problema y reflexiona con nosotros sobre el alcance de este nuevo fenómeno, el acoso escolar de siempre ampliado a las redes sociales.
–¿Qué se entiende por ciberacoso escolar?
-Es el acoso a través de teléfono móvil, mensajes, correos electrónicos, chats, redes sociales como Facebook o Twitter… El acoso a través de los dispositivos electrónicos.
–¿Qué peligros conlleva frente al acoso tradicional?
-Puede afectar a todo el mundo, en cualquier lugar. No hay lugar seguro para ningún niño. Es muy problemático porque es anónimo, llega a todo el mundo y además es permanente, queda grabado.
— ¿Por qué ha crecido tanto este fenómeno en los últimos años?
— Llevamos trabajando desde 2014 y la primera guía la hicimos en 2016. Aumenta por simple probabilidad. Hay más personas interactuando en el ciberespacio, y por lo tanto más ocasiones para el conflicto. Los adolescentes usan internet desde edades más tempranas, más horas al día y desde lugares diversos, en casa, en el centro escolar, quizás en la calle.
— ¿Las redes son las culpables?

— No. Pero exigen un mayor nivel de convivencia. Internet era un espacio donde convivíamos. Cuando llegan las redes sociales donde antes había cuatro ocupantes en una vivienda ahora estamos ocho. Nos obliga a estar más juntos, lo que provoca dos consecuencias, la pérdida de privacidad y el aumento de los conflictos. No es lo mismo una vivienda con cuatro ocupantes que con ocho. Y estos son las redes sociales. Convivimos más estrechamente.
— ¿Se nota estadísticamente en los centros escolares?

— Naturalmente. Hay preocupación en todos los ámbitos y en todas las partes del mundo. Nosotros estamos en los centros y lo vemos. Raro es el colegio en el que no se haya dado algún caso. Algunas estadísticas son para tomárselo muy en serio.

— ¿Cómo se abordo este asunto en tu escuela?

— Podemos estar satisfechos se pudo poner en marcha un protocolo de intervención, algo que no se conocía en temas de ciberbullying. Si ocurre, en la escuela se desarrollo  una guía impulsada desde Educación porque la gente suele estar perdida.
— ¿Cómo hay que actuar?

— Hay diferentes niveles. Nosotros hemos elaborado un decálogo para una víctima de ciberbullying que se puede consultar. Los padres, por ejemplo, no tienen demasiado margen de actuación salvo si se ven involucrados en algún caso. No conviene actuar por su cuenta porque se pueden cometer errores. A los culpables hay que decirles que se trata de un daño real y que tienen una responsabilidad por ello. Y a las víctimas hay que mostrarles el camino de la autoprotección. En el acoso escolar hay un estereotipo de víctima, que puede ser la persona especial. Aquí, no. Nadie está a salvo de sufrir ese ciberacoso. Y hay que tener en cuenta que en este caso el tiempo no se para. En el colegio, el acoso empieza a las 8 de la mañana en clase. En las redes sociales, es continuo. Nunca para. Hay que pedir ayuda cuanto antes.
— ¿La privacidad es clave?

— Uno de los principales consejos que damos es que no podemos proporcionar datos personales alegremente. Cuanto más se sepa de nosotros, más vulnerables somos en caso de conflicto. Nunca hay que pensar que se está del todo seguro al otro lado de la pantalla.
–¿Es frecuente pasar de víctima a acosador?
—Se da sobre todo en los alumnos que tienen un carácter más problemático.




Opinión Personal
El acoso online puede darse,  entre personas de diferente edad, pero lo más común es que ocurra entre iguales y con «demasiada frecuencia» en los entornos escolares.
El teléfono móvil, Internet o incluso vídeojuegos en red pueden ser vehículo de estas agresiones, que para ser consideradas como tal deben ser intencionadas y reiterativas, ha indicado Flores, quien ha destacado la facilidad que permite la Red para llegar a cualquier persona como ventaja sobre el acoso tradicional.
«La caracterización del problema es muy difícil y cambia muy rápidamente», un reciente estudio cifra en un 7% el número de adolescentes que sufren o han sufrido acoso.

Los síntomas más comunes que alertan a padres o profesores de que un menor está siendo acosado por la Red son trastornos del sueño y de la alimentación, aislamiento, irritabilidad y necesidad compulsiva de conectarse para ver qué está ocurriendo con su imagen online.
En cuanto a las medidas que adoptar ante uno de estos casos, se aconseja que si se da en el entorno escolar, lo más adecuado es dejar intervenir a la escuela para que medie, ya que vemos la vía judicial como una última posibilidad cuando se han agotado las demás o si existen amenazas graves.

Manifestamos que es importante compartir la «vida digital» de los menores para poderles ayudar en un momento dado y no mostrarse como «enemigos de la tecnología»


Bibliografia:


www.wikipedia.org
Enciclopedia Microsoft® Encarta® 2003.


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www.wikipedia.org
Enciclopedia Microsoft® Encarta® 2003.
Nueva Enciclopedia Tematica Grolier 2012
https://www.ecured.cu 


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